Cuenta la leyenda que a mediados del siglo XVIII ocho jóvenes se dirigieron desde el nordeste de Uganda en busca de un toro gris, un cebú que habían perdido y que era el animal más valioso en su rebaño ya que se adapta bien a entornos secos y calurosos. Cruzaron lo que actualmente es la frontera con el noroeste de Kenia y en lo alto de una montaña lo encontraron viviendo con Nayece, una mujer mayor que también había llegado desde Uganda buscando fruta. La mujer les enseño la región y sus bondades. Los jóvenes volvieron a por su ganado y regresaron a Kenia junto a sus familias para permanecer en la zona convirtiéndose así en los turkana, una de las más de 60 tribus del país.
En la actualidad, el cambio climático se ha convertido en una de las mayores amenazas a las que se enfrenta este pueblo seminómada –el segundo grupo más grande de pastores de Kenia– que a lo largo de las estaciones se desplaza en busca de pastos para sus ganados. Aproximadamente el 60% de la población de la región vive del pastoreo de camellos, reses, cabras y ovejas. Aunque desde hace siglos se han adaptado a un entorno árido y con sequías periódicas, los efectos del calentamiento global han agravado la situación y han provocado que sufran sus consecuencias con mayor intensidad.